Jugando a ser libres
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Jugando a ser libres

¿Qué juguete recuerdas con más cariño de tu infancia? Ofrécete un momento para pensarlo. Ese objeto probablemente creó una memoria emocional en ti, bajó a tu cuerpo, porque como sabemos, lo que nos emociona va dejando huellas y el proceso lúdico en los seres humanos, es uno de los grandes motores de aprendizaje.

Tiene sentido además que ese juguete o ese juego implicase alguno de estos elementos: libertad, exploración y/o conexión con las otras, con los otros.

Y esto es muy valioso ¿no? Desde pequeñas/os soñamos con crecer y ser libres.

Queremos vincularnos y experimentar quién puedo ser y qué puedo llegar a hacer, una motivación muy poderosa.

Mi duda es si el juego y los objetos lúdicos actualmente ayudan a cubrir esas necesidades o si, muy a nuestro pesar, las limitan, coartan y encorsetan.

Hago un repaso por los catálogos de las jugueterías de las pasadas navidades y aunque estamos sufriendo una pandemia mundial, honestamente, no veo mucho cambio con respecto a años anteriores. Bueno sí Nancys con mascarilla, juegos de mesa como “Stop the virus” e incluso algún peluche del coronavirus. A lo que me refiero es que no he observado una revolución en cuanto a valores que una catástrofe así, en principio, nos debería enseñar.

«Queremos vincularnos y experimentar quién puedo ser y qué puedo llegar a hacer, una motivación muy poderosa»

Me encuentro, sin embargo, con la misma realidad de siempre: un mundo dividido en dos, en pasillos y estanterías opuestas. Colores, roles, espacios y aspiraciones antagónicas. Si eres niña tienes un abanico enorme de bebés, casas, coches ranchera con sillas infantiles en la parte de atrás, múltiples complementos para vestirte, maquillajes para ti o para tu muñeca, un mundo que se reduce a los cuidados, al espacio doméstico y a las exigencias de la moda y la belleza. Si eres niño prepárate para que te dé un subidón de adrenalina porque vas a sumergirte en batallas interminables, a conducir a velocidades de vértigo y además el juego potenciará tus habilidades deportivas o de STEM (science, technology, engineering & mathematics). Pero, cuidado, no saltes hacia el “otro lado” para disfrutar con algún juego de esa estantería porque esa acción será cuestionada y penalizada por quien te rodea.

Ahora a ti, que me lees, quería preguntarte algo: ¿Crees que tienen las niñas y niños los recursos personales suficientes para afrontar el rechazo social más o menos explícito? . Ya te anticipo que en general no y por eso es mejor someterse que ser diferente, porque al fin y al cabo perteneces a un grupo y esto es una de nuestras máximas en la vida, sentirnos queridas, queridos, formar parte de algo y que nos aprueben por ello.

Entre las personas adultas cuando surgen conversaciones en torno al juego se manifiestan a menudo dos posturas de análisis. Por un lado la idea de la “libre elección” un temazo siempre, da igual la pieza del sistema que toquemos, este enfoque es de los más respaldados: “Yo educo a mi hija igual que a mi hijo pero ella se muere por el brilli brilli y los tacones de Frozen y él se pasa el día dando golpes y corriendo con sus coches, camiones, tractores y múltiples superhéroes”.

Otro grupo importante es el que defiende la idea de tiempos pasados fueron mejores: “Eso cuando yo era pequeña no pasaba, todas y todos jugábamos a las mismas cosas”

Aquí lanzo dos ideas por si pueden ayudar a ver qué se esconde detrás de estos argumentos.

Es verdad, tu hija quiere ser princesa y tu hijo spiderman. Lo que no es del todo cierto es que les eduques igual porque a veces hay múltiples detalles que si no has entrenado tu mirada se te escapan. Y me refiero a frases, cumplidos, expectativas que tienes según si es ella o él quien las acomete. También tus propios gustos, decisiones, comportamientos hacia ti misma, con tu pareja y en las relaciones que tienes. El modelaje, como sabemos, es una de las estrategias con las que aprendemos a “ser”, a construirnos, y sobre todo lo integramos a través de esas personas significativas de nuestra infancia. También dale una vuelta a la ropa que le compras, los dibujos que le pones o a los videojuegos a los que juega con la tablet. Estos son solo algunos ejemplos.

Además de lo que hagas tú con más o menos intención está el sistema de socialización en el que viven tus criaturas. En él constantemente se refuerzan estereotipos, prejuicios y creencias machistas desde antes incluso de que hayan respirado por primera vez. Esto se produce de una manera absolutamente informal y esa sutileza, día tras día, marca, probablemente más que lo que se expresa sin cortapisas, porque esas ideas las ves de frente y las puedes rechazar pero estas otras son imperceptibles, se te cuelan sin darte cuenta.

Este proceso del que te hablo es lo que Bourdieu definió como violencia simbólica. Y los juegos y juguetes son representantes oficiales de esta agresión invisible en la infancia.

«El modelaje es una de las estrategias con las que aprendemos a “ser”, a construirnos, y sobre todo lo integramos a través de esas personas significativas de nuestra infancia»

El otro tema de conversación habitual con respecto al juego es por qué ahora mismo está todo más sexualizado que en los años 60, 70, 80 e incluso 90. Responder a esto resulta bastante sencillo, se llama capitalismo. Si divides cada vez más a la población provocas una necesidad de consumo mayor. Te pongo un ejemplo, yo cuando era pequeña compartía unos walky talky de camuflaje con mi hermano.

Ahora mismo eso sería mucho más difícil porque las jugueterías venden smartphones de las princesas Disney, en los estantes que son eminentemente rosa y violeta y de Cars en los que son azul oscuro, rojo, amarillo, naranja, verde, negro y que por encima de todo no son rosas. Esto provoca que no se comparta, no se reutilice y no se herede lo que genera un deseo específico dependiendo del sexo, en este caso, al que pertenezcas.

Estas son algunas reflexiones que quería traerte sobre el juego, mucho de lo que aquí te cuento lo pudimos analizar y conversar en profundidad durante el taller “Jugando a ser libres” que se celebró antes justo de las fiestas navideñas con el objetivo de aportar un mayor grado de consciencia en relación al universo lúdico de las niñas y niños de esta generación alfa desde una perspectiva de género. Porque una de las grandes misiones que tenemos como sociedades democráticas es favorecer la igualdad entre mujeres y hombres en todos los espacios de la vida para que podamos desarrollarnos con autenticidad, autonomía e interdependencia, también a través del juego.

Artículo escrito para AMES (Asociación de mujeres españolas en Suiza) Tras la formación que impartí sobre juego no sexista en Diciembre 2020.

Sara Vierna Fernández
Educadora especialista en género y educación emocional
Directora de Almas Meraki


					
Almas Meraki
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Consultoría de educación, género y crecimiento personal

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